Esta
historia está dedicada a todos los ciclistas urbanos que le echáis dos huevos/ovarios cogiendo la bici
a menudo para vuestro transporte por Madrid. ¡¡Hay esperanza en la humanidad y
en los conductores!! La historia empieza mal, y luego se pone peor… ¡pero acaba
muy bien!
Jose y su burra en la "jungla". |
El
sábado pasado (19/12/2013) iba mi pareja, Jose, en bici, por la Ronda de
Atocha, subiendo desde Embajadores, sobre las 18:30. Iba por su carril (el
derecho, que no el carril bus) que casualmente es uno de los que recientemente
el ayuntamiento ha pintado con señales de bici, y limitado la velocidad a 30
km/hora. Además, esa calle tiene otro carril más, y no era un momento
especialmente cargado de tráfico, por lo que era fácil adelantar.
Desgraciadamente,
Jose tuvo la mala suerte de que detrás suyo iba circulando en coche uno de
estos entes energúmenos con los que a veces nos cruzamos y nos arruinan el
viaje. Este personaje empezó a pitar insistentemente ¿para que Jose se quitara
y le dejara pasar? Jose, que es muy apacible, hizo caso omiso y siguió
pedaleando, como es lógico. También el personaje podía adelantarle sin ningún
problema cambiándose de carril…pero hay gente que esto de razonar…no se le da
bien: la rabia les nubla el cerebro. El conductor furibundo, siguió detrás de
él pitando y pitando y pitando…y Jose según pasaba por encima de la señal de la
bici pintada en el asfalto aprovechó para señalársela reiteradas veces, en plan
“Mira, que por aquí también pueden circular bicicletas”.
Finalmente, el personaje le adelantó de malas
maneras, pasándole a 2 milímetros de distancia, para a continuación quedarse
parado, 3 metros más adelante, en un semáforo en rojo. Jose, como he comentado es muy sereno y tiene
una gran capacidad de no alterarse con los increpamientos (que envidia, yo sí
me altero). Así que con intenciones educativas se le puso al lado, aprovechando
que estaba parado, y empezó a explicarle que estaba circulando por donde le
decía la normativa de tráfico que tenía que ir (centro del carril derecho), y
que las bicicletas tenían el mismo derecho que los coches a ir por la calzada. Mientras
Jose intentaba explicarle, el tipejo explotó en un frenesí de rabia donde lo
más bonito que le dijo fue “hijo puta te
voy a matar”.
Alguien así era el ente. |
Jose
siguió soltándole su discurso, de buenas maneras, mientras el ente seguía soltando
espumarajos por la boca cual niña del exorcista. Hasta que Jose ve que este
“señor” empieza a hacer ademanes de buscar algo en la guantera, se quita el
cinturón de seguridad y empieza a amenazar con bajar del coche, con lo cual
Jose piensa “Bueno, creo que esto es una causa perdida, así que voy a poner el
pie en el pedal para salir corriendo por si baja a intentar darme dos ostias”.
Pero
una vez estaba preparado para salir dando pedales como un condenado, llegó… ¡la
sorpresa! Jose estaba parado entre el coche del tipejo, y otro coche. De
repente el conductor del otro coche empieza a pitar, baja la ventanilla, y le
grita al ente “Deja en paz al muchacho, que lo está haciendo muy bien!!” Y de
repente todos los coches que estaban detrás se ponen también a pitar y a
increpar al energúmeno. Todo esto ya con el semáforo en verde, varios
conductores parados, pitando al ente y defendiendo a un ciclista. Con lo cual el ente, pegó un
acelerón y salió pitando de ahí sin poder realizar sus fantasías violentas.
Tras el shock, Jose empezó a dar pedales y según le iban adelantando los demás
coches que estaban por allí, fueron pitando (esta vez pitido de “saludo”),
aplaudiéndole, y gritándole cosas como “Sigue asi!!!” “Lo estás haciendo de
puta madre!” “Bien hecho chaval!!” “Ánimo!! No te dejes intimidar!”.
Moraleja
de la historia: tod@s (o casi tod@s) nos ponemos de muy mal humor cuando nos
cruzamos con algún gilipollas que nos increpa o nos hace alguna pirula…pero
numéricamente, hay más gente decente que gente gilipollas. Poco a poco, las
cosas empiezan a mejorar para los que vamos a pedales. Así que no dejemos que
los 4 imbéciles que hay por ahí sueltos, nos coman la moral y nos arruinen el
buen humor.
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