jueves, 19 de diciembre de 2013

Conductores ¿furibundos? y ciclistas urbanos

Esta historia está dedicada a todos los ciclistas urbanos que  le echáis dos huevos/ovarios cogiendo la bici a menudo para vuestro transporte por Madrid. ¡¡Hay esperanza en la humanidad y en los conductores!! La historia empieza mal, y luego se pone peor… ¡pero acaba muy bien!

Jose y su burra en la "jungla".
El sábado pasado (19/12/2013) iba mi pareja, Jose, en bici, por la Ronda de Atocha, subiendo desde Embajadores, sobre las 18:30. Iba por su carril (el derecho, que no el carril bus) que casualmente es uno de los que recientemente el ayuntamiento ha pintado con señales de bici, y limitado la velocidad a 30 km/hora. Además, esa calle tiene otro carril más, y no era un momento especialmente cargado de tráfico, por lo que era fácil adelantar.

Desgraciadamente, Jose tuvo la mala suerte de que detrás suyo iba circulando en coche uno de estos entes energúmenos con los que a veces nos cruzamos y nos arruinan el viaje. Este personaje empezó a pitar insistentemente ¿para que Jose se quitara y le dejara pasar? Jose, que es muy apacible, hizo caso omiso y siguió pedaleando, como es lógico. También el personaje podía adelantarle sin ningún problema cambiándose de carril…pero hay gente que esto de razonar…no se le da bien: la rabia les nubla el cerebro. El conductor furibundo, siguió detrás de él pitando y pitando y pitando…y Jose según pasaba por encima de la señal de la bici pintada en el asfalto aprovechó para señalársela reiteradas veces, en plan “Mira, que por aquí también pueden circular bicicletas”.

  Finalmente, el personaje le adelantó de malas maneras, pasándole a 2 milímetros de distancia, para a continuación quedarse parado, 3 metros más adelante, en un semáforo en rojo.  Jose, como he comentado es muy sereno y tiene una gran capacidad de no alterarse con los increpamientos (que envidia, yo sí me altero). Así que con intenciones educativas se le puso al lado, aprovechando que estaba parado, y empezó a explicarle que estaba circulando por donde le decía la  normativa de tráfico que tenía que ir (centro del carril derecho), y que las bicicletas tenían el mismo derecho que los coches a ir por la calzada. Mientras Jose intentaba explicarle, el tipejo explotó en un frenesí de rabia donde lo más bonito que  le dijo fue “hijo puta te voy a matar”.
Alguien así era el ente.
Jose siguió soltándole su discurso, de buenas maneras, mientras el ente seguía soltando espumarajos por la boca cual niña del exorcista. Hasta que Jose ve que este “señor” empieza a hacer ademanes de buscar algo en la guantera, se quita el cinturón de seguridad y empieza a amenazar con bajar del coche, con lo cual Jose piensa “Bueno, creo que esto es una causa perdida, así que voy a poner el pie en el pedal para salir corriendo por si baja a intentar darme dos ostias”.

Pero una vez estaba preparado para salir dando pedales como un condenado, llegó… ¡la sorpresa! Jose estaba parado entre el coche del tipejo, y otro coche. De repente el conductor del otro coche empieza a pitar, baja la ventanilla, y le grita al ente “Deja en paz al muchacho, que lo está haciendo muy bien!!” Y de repente todos los coches que estaban detrás se ponen también a pitar y a increpar al energúmeno. Todo esto ya con el semáforo en verde, varios conductores parados, pitando al ente y defendiendo a un  ciclista. Con lo cual el ente, pegó un acelerón y salió pitando de ahí sin poder realizar sus fantasías violentas. Tras el shock, Jose empezó a dar pedales y según le iban adelantando los demás coches que estaban por allí, fueron pitando (esta vez pitido de “saludo”), aplaudiéndole, y gritándole cosas como “Sigue asi!!!” “Lo estás haciendo de puta madre!” “Bien hecho chaval!!” “Ánimo!! No te dejes intimidar!”.




Moraleja de la historia: tod@s (o casi tod@s) nos ponemos de muy mal humor cuando nos cruzamos con algún gilipollas que nos increpa o nos hace alguna pirula…pero numéricamente, hay más gente decente que gente gilipollas. Poco a poco, las cosas empiezan a mejorar para los que vamos a pedales. Así que no dejemos que los 4 imbéciles que hay por ahí sueltos, nos coman la moral y nos arruinen el buen humor. 

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